Ya me lo tiene dicho mi buena amiga Gema: “De casa tienes que salir llorá”. Pero el día de hoy no era para menos que para emocionarse y dejarse llevar…
Abrazar a Loreto, Alba y Susana es como tener una descarga de buen rollo para lo que queda de día. Si a eso le unimos que soy de las que pienso que los momentos vividos perduran de algún modo en los lugares donde sucedieron…Hoy, las paredes de la sala del Dionisia Plaza (enlace a su blog) donde el pasado 23 de abril presentamos los libros solidarios, me susurraban al oído los momentos vividos junto a mis dos hijos pequeños en la presentación de los libros del pasado año.
Al fondo Marian, sentada al piano, con ese don que tiene para hacerte temblar de emoción. Y los niños. De pie, erguidos, formales, serios y emocionados esperando la señal de Marian para comenzar a cantar.
No ha sido premeditado. No podían saberlo. Pero la sangre andaluza que corre por mis venas a raudales, ha vibrado con cada una de las notas y los versos de Federico García Lorca entonados con voces y acompañados por ritmos de percusión. El Zorongo Gitano y el Romance a la Luna me han trasladado a las calles de Granada, a mi Alhambra querida y al embrujo del Albaicín. Por algo dijo Francisco de Icaza:
“Dale limosna mujer
que no hay en la vida nada
como la pena de ser
ciego en Granada.”
El acto ha continuado. ¿Casualidad? Puede que sí. Tampoco podían saberlo. En este caso la melodía de la canción de Juan Pardo, Bravo por la música, me ha llevado volando hasta el Festival de Santa Cecilia de mi antiguo colegio La Salle de Reus. En aquellos tiempos en que cada clase preparaba una canción para ser interpretada delante de todo el colegio en el teatro. Tendría más o menos la edad de los escritores de hoy. Diez, once años a lo sumo, quizás menos… Tan sólo variando una palabra: música por libros, no ha perdido nada su significado: escalofrío, carne de gallina, vello erizado…
Bravo por los libros,
forman cualquier clase de combinación
unos son tristísmos y otros son muy trágicos
y otras veces son más alegres que el sol.
Con sonidos únicos, juegan con tus ánimos
y provocan cambios extremos de humor.
Bravo por los libros,
que derrama lágrimas
y después sonrisas despertando al amor.
Bravo por los libros,
que nos hace mágicos
bravo por tener la comunicación y
bravo por la gente que está en conexión.
Luego, la entrega de libros. Varita en mano me he puesto delante de los niños que, sin saberlo, me habían regalado tantos bonitos recuerdos. Me habían tocado el corazón. Delante de Alba, Susana, Marian, Enrique, Isabel…grandes profesionales que ponen lo mejor de ellos mismos para sacar también lo mejor de sus chicos. Delante de la última presentación de libros de este año. Sabor a despedida, a no querer que lo bueno se acabe. Inevitable mi querida amiga Gema…las lágrimas me han traicionado una vez más. Afortunadamente Loreto me ha echado un capote. Además ¿cómo dejar a los chicos sin sus libros? “¡Show must go on!”
Con la voz entrecortada y respirando hondo he conseguido recomponerme para, entre todos, gritar las palabras mágicas de:
Abracadabra,
pata de cabra,
que aparezcan libros
dentro de esta caja.
Tras varios intentos y la ayuda de Elena, una de las autoras, hemos conseguido que aparecieran libros para los 42 escritores. Uno a uno se han ido levantando para recoger, de la mano de Loreto, sus ejemplares de regalo del libro CONTAMOS JUNTOS.
Loreto les ha dado las gracias en su nombre, en nombre de la Fundación Síndrome de Dravet y de los niños y familiares que la forman; por haber decidido, un año más, colaborar con ellos.
El acto ha finalizado con una bonita canción: MI VOZ. Pues VOZ es lo que en definitiva otorga CEN con C a estos niños a través de la publicación de sus cuentos. VOCES que merecen y deben ser escuchadas porque tienen mucho que CONTAR.
Veinticuatro horas del día,
veinticuatro horas que tiene;
si tuviera veintisiete,
tres horas más te querría.
Este gitano está loco,
loco que le van a atar;
que lo que sueña de noche
quiere que sea verdad.
Nosotros seguiremos robándole horas al día para seguir amando nuestro proyecto y seguir soñando con que, algún día, estos niños puedan leerles sus cuentos a sus hijos y que sus hijos, en un futuro, también puedan escribir cuentos con el corazón.