Emulando con mis tres hijos el anuncio de IKEA estas Navidades, el de “la otra carta” donde ponen a escribir a algunos niños primero una carta pidiéndoles cosas a los Reyes Magos y después “la otra carta”, pidiéndoles cosas a sus padres….
….me he encontrado, sin pretenderlo, con MI MEJOR REGALO DE ESTA NAVIDAD.
En mi caso he hecho extensiva la carta de peticiones al resto de los miembros de la familia.
Rubén, mi hijo mediano, “el-de-en-medio”, ese que según las estadísticas es el más complicado y difícil por crecer “en tierra de nadie” fue leyendo una a una sus peticiones a su padre y sus hermanos…y cuando le llegó el turno de pedirme algo por Navidad, esto es lo que tenía escrito:
Y yo pienso:
” A mi hijo le gusto como soy A PESAR TODO.
A pesar de los “¡Estoy harta!”
A pesar de los “¡Parad de una vez!”
A pesar de los “Estoy agotada…”
A pesar de mi mal humor, de perder los papeles, de no escucharle siempre que me habla, de no mirarle a los ojos cuando me cuenta sus cosas…PORQUE hay otra madre que él ve y que LE GUSTA COMO ES:
La que le lee un cuento por las noches.
La que le acaricia la cabeza antes del beso de buenas noches.
La que le prepara su comida favorita.
La que le ayuda en sus tareas cuando se lo pide.
La que le abraza cuando llora.
La que le recuerda que coja el desayuno para el cole.
La que le recuerda, a veces, lo mucho que le quiere y lo especial que es.
Y es que, desgraciadamente, como me decía un amigo no hace mucho, lo habitual es no darse cuenta uno mismo de lo bien que está, y poner en cambio toda la atención en lo que no nos gusta, en lo que “habría que cambiar”….
Pero los hijos, como la vida, son tan generosos con nosotros que siempre nos dan aquello que necesitamos.
¡ME GUSTA COMO ES!
¡FELIZ NAVIDAD A TODOS
DESDE CEN CON C!
FUENTE SANTA, fuente de ilusión y magia para la APU
Esta tarde me he armado de valor una vez más para dirigirme a Colmenar Viejo. Y no porque no me guste el lugar o tenga algo en contra de ese municipio (es más, tan cerquita de la Sierra es un placer ir acercándote hacia él). Es más bien por la inseguridad que me produce conducir por M-40, M-607, M-609, bifurcaciones e incorporaciones. Yo, que soy de las que utilizo el coche para ir de casa al colegio de mis hijos, de casa al supermercado o de casa a cualquier otro lugar cuyo recorrido tenga memorizado…conducir desde Pozuelo de Alarcón hasta Colmenar Viejo me parece todo un reto. ¡Y lo he conseguido! Y esta vez he llegado derechita. No como la vez anterior que accedí por otra entrada y batí récord (estoy convencida) en número-de-personas-paradas-para-preguntar-por-una-calle-por-minuto. Afortunadamente he aprendido a que este tipo de cosas ya no me quite el sueño. Trato, porque no siempre lo consigo, que la preocupación por el futuro no me impida disfrutar del momento presente. Y eso es un gran paso, lo digo por experiencia. Igualmente somos expertos en malgastar nuestro tiempo presente lamentándonos o culpándonos por algo ocurrido en el pasado que ya no podemos cambiar. Culpa y preocupación, dos grandes palabras expertas en arruinar nuestro presente…tengámoslo muy presente.
Pero esta tarde esas dos palabras no han formado parte de nuestro rato compartido con los alumnos de 5º y 6º de primaria del CEIP Fuente Santa. En el gimnasio del colegio he conseguido atraparles a todos en su momento presente contándoles el Cuento de los Cuentos Escritos por Niños. Las peripecias de mi primogénito Marcos no dejan a nadie indiferente. Incluso esta vez, al verles tan absortos y metidos en la autobiografía de Marcos con solo 9 años, me he extendido un poco más contándoles anécdotas de su vida ahora con 14 años. Y es que este chico promete…
Tras contar la trayectoria de la evolución de nuestros libros solidarios: primero 1 , luego 11, al año siguiente 12, luego 27, el pasado año 32 y este año 43 (de los cuales 6 serán escritos en este centro); he dado paso a Mariano, Presidente de la Asociación Pablo Ugarte.
Mariano es también de esas personas que no vive anclado en el pasado ni malgasta su tiempo preocupándose por lo que pueda ocurrir. Tras la muerte de su hijo Pablo (“porque se murió, sí, se murió aunque yo no creía que pudiera suceder, sucedió” – les contaba a los chicos) decidió frente a la bifurcación de tomar la salida del victimismo o la salida del coraje, tomar esta última. Imagino que para él no fue fácil. Ni para él ni para nadie. Tomar decisiones que impliquen esfuerzo no es nunca fácil. Por eso creó la Asociación Pablo Ugarte en favor de la investigación del cáncer infantil.
También las profesoras y profesores de estos seis cursos han tomado valientes decisiones al querer participar en el programa de cuentos solidarios. Porque lo fácil, lo cómodo es seguir con nuestra rutina, con nuestro día a día sin salir de la zona de confort. Pero… ¡qué de cosas nos perdemos por no tomar la otra salida…! Tener sueños, ilusionarse, compartir, trabajar en equipo y trabajar duro es tan, tan gratificante a la larga; que el esfuerzo merece la pena con creces.
Estoy convencida de que estas profesoras, estos chicos, sus familias, Mariano y una servidora al volver la vista atrás cuando termine el curso, podremos sentirnos, cuanto menos, satisfechos por el trabajo bien hecho. Un trabajo que les subirá la autoestima a estos chicos al ver sus cuentos publicados y les llenará de satisfacción al saber que habrá contribuido a la investigación contra el cáncer infantil. Para que, como explicaba Mariano, de cada 1.200 casos de cáncer infantil diagnosticados al año, esos 400 fallecimientos anuales sean cada vez menos. Para que cada año menos padres y madres tengan que escuchar de boca de un doctor muy amable con bata blanca “lo lamento mucho pero la enfermedad de su hijo no tiene solución”…
¿Acaso hay mayor satisfacción que ayudar a los demás con la suma de pequeños gestos…?
El cuento de Sorolla y La manchita verde
En este caso hablamos del Liceo Sorolla y no del pintor y sí, de manchitas verdes sí va esta historia…
Según numerosos estudios el público infantil es el más difícil y exigente pero a la vez el más agradecido.
¿Por qué el más difícil y exigente? Porque si se aburre se va y, si no se puede ir, desconecta. ¿Cómo? Poniéndose a charlar con el compañero, bostezando, revolviéndose en la silla, “chinchando” al de al lado, así hasta un largo etcétera.
Por eso en la mañana de ayer decidí “ir armada hasta los dientes” para enfrentarme a las cuatro clases de 5 años del Colegio Liceo Sorolla “C”. Mis grandes aliados fueron “Lobezno y la Princesa”, dos marionetas dispuestas a meter en cintura a cualquiera que tuviera la firme intención de “desconectar”.
¡Y dio resultado!
Nunca deja de sorprenderme lo efectiva que resulta la comunicación con los niños cuando lo haces a través de un muñeco de trapo poniendo voz de falsete. Hace poco estuve en un Taller de Padres sobre Comunicación afectiva y efectiva donde el cómo-se-dicen-las-cosas es a menudo más importante que la-cosa-en-sí a transmitir. Y decidí llevar la teoría a la práctica.
Cerca de 80 niños de 5 años sentados en el suelo frente a mí: unos dándome la espalda, otros charlando entre ellos, los había ensimismados en su mundo, con el dedo en la nariz o en la boca otros…Un “Buenos días chicos” por mi parte y nada…pero…en cuanto Lobezno cobró vida con un “Buuuenos díiiasss, chicoos” con voz grave y cavernosa…la situación tomó un nuevo matiz. Me sentí sepultada por un “Buenooos díiiiiasss” a coro acompañado de 80 pares de ojos expectantes, curiosos, esperando a ver si Lobezno tenía algo más que decirles.
Lobezno, el pobre, no daba pie con bola.
– “Me han dicho que vosotros vais a escribir cuentos, pero los niños de 5 años no saben escribir…”- les dijo con voz desafiante. “Porque a ver… ¿sabéis escribir sí o no?” – les preguntó.
– “Síiiiiiiii” – contestaron todos a coro.
– “Que no, que no” – insistía Lobezno.
– “Que sí, que síiiiiiiiiiiii” – volvían a gritar todos a una.
– “Pero si los niños de 5 años solo saben ver la tele. A Pepa Pog, a Doro el Explorador”- continuaba increpándoles.
– ¡Ja, ja! Es Pepa Pig y Dora la Exploradora – le corregían todos a destiempo.
Acaparada ya su atención Lobezno les convenció, junto con nuestra Princesa, para que estuvieran calladitos mientras una humilde servidora les contaba dos cuentos: el cuento de los “Cuentos Escritos por Niños” y el cuento de “La manchita verde”.
Lobezno solo tuvo que cobrar vida de nuevo en una ocasión para pedirles que no comentaran todos y cada uno de los detalles que les iba contando. Inevitable los: “pues yo tengo un primo que…”, “pues yo un día…” inevitables sí, y ¡qué maravilla escucharlos! Prueba más que evidente de que estaban escuchando ¡activamente!
La escucha resultó tan activa y empatizaron tanto con lo que les contaba que Hugo, un pequeño rubiales delicioso, se nos echó a llorar cuando, en un momento “del cuento”, nos detuvimos para hablar sobre los cuentos que habían escrito niños de otro “cole” para luchar contra el cáncer. A Hugo no le debió de gustar eso de que, a veces, las medicinas que les dan a las personas con cáncer, además de eliminar a las células locas que se han vuelto malas, sin querer también eliminan algunas buenas y por eso, por ejemplo, se les cae el pelo. Su “profe” le rescató de la última fila donde estaba sentado con la intención de llevárselo fuera un ratito y tranquilizarle pero no hizo falta. Es lo bueno que tienen los niños. Cambias el foco de atención y cambia su actitud.
“Hugo cariño, ¿me ayudas a leer los títulos de los cuentos que escribieron los niños de 5 años el curso pasado?” Y asintió con la cabeza mientras se restregaba los ojos llorosos.
Y ya. Sustituimos rápidamente el “quiero que venga mami” por “El dinosaurio Sirolín” y “La gallina que ponía huevos de chocolate”. Así de sencillos y así de complejos son.
Para terminar les hablé de Jaime de la Asociación Duchenne España. Jaime nos dejó el año pasado aunque para ellos “se ha ido a hacer un viaje muuuuy largo”. Les conté que antes de irse, Jaime me pidió que les leyera el cuento de La manchita verde. Ese cuento en el que dos ratoncitos se dan cuenta de que son diferentes de los demás porque solo ellos tienen una manchita verde en su cuerpo. Pronto descubren que ser diferentes no es malo porque… ¡qué aburrido si todos fuéramos iguales! Pero también descubren que esa manchita verde, a medida que va creciendo, les impide hacer cosas que antes sí podían hacer. Y se alegran mucho cuando se enteran de que 80 niños del Colegio Liceo Sorolla van a escribir cuentos para recaudar moneditas con las que doctores super-listos podrán investigar y descubrir la pastilla mágica que haga que puedan volver a correr, a nadar y a caminar.
Decíamos al principio de la entrada del blog que el público infantil era el más difícil y exigente pero también el más agradecido. ¿Por qué? Porque gracias a Hugo que empatizó y mostró sus sentimientos, recibimos como regalo sus lágrimas de emoción. Y porque gracias a tooooodos los alumnos de 5 años, nos llevamos también envuelto en papel de regalo con un enorme lazo rojo un Síiii de los de verdad:
-“Bueno chicos, ¿vais a escribir cuentos bonitos para que se curen los ratoncitos y no haya manchitas verdes nunca más? – les preguntó Lobezno antes de despedirse.
– “¡Síiiiiiiiii! – contestaron con su voz, con su cuerpo echándose hacia delante, con sus ojos repletos de ganas de querer ayudar, con sus manos dando palmas…con toda, toda SU ILUSIÓN.
Sí, serán los más difíciles y exigentes pero también los más agradecidos.