“Te mato Chusa”.
Éstas han sido las palabras de mi hermana al ver “lo que le tenía preparado” en la presentación del libro Cuento Solidario escrito por los alumnos de 5º de Primaria del CEIP San José Obrero en favor de la Fundación Menudos Corazones.
Y de las palabras cariñosas y sentidas de una hermana, a las palabras de un nieto agradecido a su abuela en el Dionisia Plaza.
Como veis, hoy ha quedado todo “en familia”.
Ya desde el martes tenía mariposas en el estómago mientras hablaba con mi hermana:
-Que no Chusa, que es tu trabajo y no pinto nada en la presentación del libro.
– ¡Pero si escribe tu hijo y sobrino mío! Además, tú eres la responsable de la línea de diseño de la colección CEN con C.
– No sé, no lo veo…
– Venga, que he preguntado en el “cole” y les parece estupendo que estés presente.
– Mmmmm…Venga, vale. Te veo el viernes a las nueve en el colegio.
Somos hermanas pero nos parecemos poco, al menos “aparentemente”.
Ella es rubia de ojos azules y yo castaña de ojos verdes pero, como les explicaba a los escritores del CEIP San José Obrero, eso no hace que seamos una ni mejor ni peor que la otra. Sencillamente somos diferentes.
Diferentes por fuera y también por dentro, porque ante determinados hechos y circunstancias cada una reaccionamos de manera distinta. Recordaba esta mañana en la clase cuando de estudiantes estábamos en la estación de Príncipe Pío y veíamos llegar el tren a los lejos. Mi primer impulso era el de salir corriendo para cogerlo, agarrando por el brazo a mi hermana aunque no tuvierámos prisa por llegar a casa. Por el contrario, el primer impulso de mi hermana era el de “tranquilizarme” diciéndome que ya cogeríamos el siguiente mientras se soltaba de mi brazo. Ni mejor ni peor, sencillamente distintos impulsos o formas de reaccionar.
Porque hay que reconocer que es genial tener una hermana que te haga ver que no pasa nada si no coges ese tren, que ya vendrá otro y que, mientras esperamos a que llegue el siguiente, igual nos da tiempo hasta de tomarnos un refresco. Pero creo que también es genial tener una hermana que te insista en que merece la pena correr para coger “ese tren” y no otro, porque “ése” seguro que ya no volverá a pasar.
Como la presentación de hoy en la clase de su hijo Erik y sobrino mío. “Ese tren” merecía la pena cogerlo y hoy me ha tocado agarrarle del brazo y salir corriendo las dos…
¡Y vaya si ha merecido la pena!
No se lo esperaba para nada. Una vez más he tenido que guardar el secreto y tragarme los nervios. Pero ha merecido la pena ver su cara cuando le he pedido que leyera por mí la dedicatoria del libro.
“Es para una persona muy especial y ya sabes que yo soy de lágrima fácil”.
Se ha levantado de la silla donde estaba sentada al fondo de la clase, cómo no, para pasar lo más desapercibida posible. No sabía la que se le venía encima…
Ha cogido el libro entre sus manos y con una sola mirada de las suyas (ésas que imprime con sus largas pestañas) ya sabíamos las dos que no iba a ser capaz de leer…Lo ha intentado pero se le quebraba la voz. Las lágrimas de emoción, de sorpresa, de alegría (espero) no han tardado en aparecer. Y por mi parte ¡imposible! Ya he dicho que soy de lágrima fácil. Al final ha sido Elena, la profesora, la que en medio de tanta emoción ha puesto una nota de practicismo y se ha ofrecido a leer la dedicatoria:
¡Y es que es tan bonito ser diferentes! Como los niños con corazones que “vailan”. Sí, sí, que “vailan” con “v” porque lo importante es sentir la música de la vida. Y si hay que “bibir” con “b” se hace igualmente, porque lo importantes es hacerlo. Cada uno a su ritmo, cada uno a su tiempo, a su modo, a su estilo pero hacerlo intensamente.
Gracias “sister” por ser tú y quererme a tu ritmo, a tu tiempo, a tu modo y a tu estilo.
Lo bueno de esta primera presentación, como le decía a Alba y a Susana, profesoras del Centro Dionisia Plaza, “es que ya vengo llorada”. Porque la emoción se servía en bandeja también hoy allí. Para empezar inaugurábamos el salón de actos que lleva por nombre el de la Fundación Diopla.
¿Cómo no emocionarse con las palabras de agradecimiento de un nieto a una abuela mezcla de amiga, abuela y confidente? ¿Cómo permanecer impasible cuando un nieto al hablar sobre su abuela recurre a palabras como orgullo, admiración, superación, honestidad y valores…?
Palabras escritas por Enrique Plaza a su abuela Dionisia Plaza en una carta emotiva y cercana que forma parte del libro Cuentos y cartas para Dionisia Plaza.
En la otra carta escrita por Isabel, Directora actual del centro, agradece a la vida la oportunidad que le dio al conocer a Dionisia y tenerla como maestra y amiga. Una maestra que legó en su discípula la gran responsabilidad de conservar su gran obra y seguir sembrando semillas sin tirar nunca la toalla.
Antes de leer las cartas, los alumnos de 5º nos han recibido con una preciosa canción de bienvenida. También, un año más, hemos contado con la presencia de Loreto colaboradora activa de la Asociación CEN con C. Ella ha sido la responsable de escribir un precioso cuento titulado La cazadora de sueños que transmitiera el espíritu de Dionisia. Y lo ha conseguido. ¡Vaya que sí! Porque, como dice Loreto:
“Dionisia Plaza fue una mujer adelantada a su tiempo que nos ha enseñado que en el saber y el aprender hay infinitas posibilidades… hay infinitos sueños.”
Sueños como el de materializar el dinero recaudado con la venta de los libros en: libros para la biblioteca, juegos de ordenador nuevos, pinturas para dibujar juegos en el suelo del patio, renovar el material anticuado y todo lo que se les ocurra a las profes del Dionisia que, como dice Enrique:
“Aquí el que llega o se engancha o se vuelve por donde ha venido”.
Visto lo visto en los años que llevamos publicando cuentos con ellos, os podemos asegurar que en el Dionisia Plaza hay un alto nivel de adicción a estos niños tan, tan, tan especiales. Como decía en el colegio de mi sobrino: ni mejores ni peores, sencillamente diferentes.
La semana próxima nos esperan días intensos pues seis colegios aguardan ansiosos que desenbarquemos en sus aulas con cajas donde, como reza este cartel: