Fue en el 2003 cuando Inmaculada y Arturo, después de haber criado y educado a una familia numerosa, decidieron que había llegado el momento de hacer aquello que siempre habían soñado, aquello por lo que pensaban que el destino les había unido…ayudar a los más necesitados.
Aprovecharon el mes de agosto, su mes de vacaciones, para viajar a Honduras donde el huracán Mitch había dejado incontables pérdidas y mucha pobreza a pesar de haber transcurrido ya cinco años.
En un primer momento Inmaculada y Arturo pensaron en ayudar haciendo lo que mejor sabían hacer y conocían, la producción de fruta tropical. Imaginaron que sería buena idea enseñar a las gentes de aquel lugar a cultivar sus propios alimentos, pero el destino les tenía preparada otra misión…
Fue durante su estancia cuando oyeron hablar de unas monjas misioneras que necesitaban ayuda para gestionar algunos comedores que, gracias a la ayuda internacional tras el huracán Mitch, se habían construido en esa zona.
Inmaculada y Arturo lo tuvieron claro desde ese instante. Hicieron las maletas y regresaron a España tras su mes de “vacaciones”. Al llegar la Navidad les pidieron a todos sus familiares y amigos que ese año no les hicieran regalos. Les dijeron que el dinero que pensaban gastarse en ellos se lo dieran para poder pagarse los billetes de avión a Honduras y poder comenzar a ayudar, en la medida de sus posibilidades, a las monjitas misioneras en esos comedores.
Esas Navidades las familias de Inmaculada y Arturo (bastante numerosas afortunadamente) decidieron quedarse todos sin regalos y darles todo el dinero. Ese gesto de generosidad fue, sin lugar a dudas, el más maravilloso de los regalos que pudieron recibir. Por su parte, sus familiares, recibieron también algo a cambio…algo que el dinero no puede comprar: la satisfacción de hacer algo bonito por sus seres queridos y por personas que, a pesar de no conocer, sentían ya tan cercanas…
Inmaculada y Aturo subieron al avión y a su regreso vendieron todo lo que tenían para irse a vivir a aquel país que les había cambiado la forma de ver la vida con sus ganas de vivir y el cariño que les brindaban sus “pobres” habitantes. Y digo “pobres” porque Inmaculada y Arturo pronto comprendieron que la “pobreza” de espíritu es mucho más complicada de combatir que la “pobreza” material.
Esa verdad trasladada a nuestro día a día, a nuestra sociedad, a nuestras familias y a nuestros hijos nos da muuucho que pensar…
¿Realmente somos más ricos por tener cosas que otros no tienen pero que no valoramos porque todavía queremos más…? ¿No es más feliz el que teniendo menos sabe valorarlo y disfrutarlo…?
Afortunadamente para los habitantes de Honduras su pobreza es más material que espiritual. Mejorando su calidad de vida a través de la alimentación, la enseñanza y la sanidad son más felices porque han demostrado que saben ser agradecidos.
Desafortunadamente para nosotros, nuestra pobreza es más espiritual que material. Disponemos de buenos alimentos, educación para nuestros hijos y nuestras necesidades sanitarias básicas están cubiertas…pero somos infelices porque no sabemos ser agradecidos a la vida con lo que YA tenemos.
Por eso ayer viernes José María y Teresa, miembros de la Fundación Niños de Gauarataro, se acercaron al CEBIP Pinar Prados de Torrejón para sensibilizar a los alumnos de 5º de Primaria, que este curso serán escritores solidarios, de la realidad que viven otros niños de su edad en Honduras.
Niños que con 10 años dejan de ser niños para asumir responsabilidades de adultos como son las de encargarse de sus hermanos pequeños o la de trabajar duro en su “tiempo libre”. Y no lo hacen de mala gana, ni se quejan ni se lamentan de su situación…tienen totalmente interiorizado y asumido que eso es “lo que toca”.
Eso no quita que, como contaba José María según cifras de Unicef, en los primeros seis meses de este año fueran detenidos 29.000 menores en la frontera con Estados Unidos. Niños, la mayoría de ellos, viajando solos huyendo de la difícil situación que les toca vivir. Niños que al no tener nada más que perder que su propia vida se sienten libres de arriesgarla por conseguir algo mejor.
En cambio nuestros hijos crecen esclavos de los “likes” de su cuenta de Instagram, infelices por no tener un móvil mejor o quejosos con su madre porque esa mañana no quedaban cereales de sus preferidos para desayunar.
Y son ellos, niños de 5º de primaria de un colegio de uno de los municipios más “ricos” de España, los que van a escribir cuentos para ayudar a los demás….
Llegados a este punto y tras haber recibido tantas lecciones de vida envueltas en visitas o charlas de sensibilización como la de ayer, es cuando me pregunto…pero en realidad…
¿QUÍEN AYUDA A QUIÉN?
Gracias al Equipo Directivo del CEIBP Pinar Prados por seguir educando en valores y formando personas, gracias a los alumnos de 5º de Primaria por vuestra infinita curiosidad y vuestras ganas de colaborar, gracias a José María y a Teresa por acercarnos una realidad tan diferente pero a la vez tan enriquecedora y gracias a todos los Niños de Guarataro por seguir poniéndole una sonrisa a la vida a pesar de todo.