¿Qué es lo primero que habéis pensado cuando me habéis visto?
Así de directo empezaba Carlos su visita de sensibilización el pasado viernes.
Carlos es maestro de infantil, enfermo de acondroplasia (personas que tienen una estatura baja) y primo de Dani, uno de los alumnos de 4º de primaria del CEIP Ana Mª Matute que, junto con el resto de sus compañeros, han decidido colaborar con sus libros solidarios para dar mayor visibilidad a esta enfermedad a través de la Asociación Crecer.
Lo paradójico y divertido de nuestra visita fue que nos juntamos los dos extremos. Porqueee… No hay vez que entre en un aula que no escuche un “¡Alaaaa, qué alta eres!” Y es que, afortunadamente, como decía mi querida abuela materna: “Hay de todo en la viña del Señor”. ¡Qué aburrida sería la vida si todos fuéramos iguales! ¡Qué guay que la especie humana esté constituida por personas de la MISMA NATURALEZA pero con CARACTERÍSTICAS DIFERENTES!
Por eso, desde esta pequeña ventana que me permite llegar hasta vosotros, os animo a que desterremos para siempre las palabras “discapacitado/a” o “minusválido/a” y nos hagamos todos fans del concepto “diversidad funcional” cuando hagamos referencia a personas con CARACTERÍSTICAS DIFERENTES.
Carlos les contó a los futuros escritores solidarios que la acondroplasia es una enfermedad producida por una alteración genética que afecta, principalmente, al crecimiento de las extremidades. No es de las enfermedades más raras (afecta a 1 persona de cada 25 mil) pero como a toda enfermedad rara, se le destina menos atención y recursos de los que necesitan las personas afectadas.
Tras esta primera pregunta con su correspondiente lluvia de respuestas, Carlos les leyó un cuento. Lo ha escrito con el deseo de poder publicarlo para dar mayor visibilidad a su colectivo. El cuento, entre otras cosas, habla de cómo los números PEQUEÑOS pueden medir cantidades INFINITAS o de cómo, los PEQUEÑOS detalles nos llevan a conseguir GRANDES logros.
Pero más allá de detallar la enfermedad en sí, Carlos nos contó cómo la había vivido.
Su infancia no pudo ser más feliz, el benjamín de cuatro hermanos jamás se sintió “un bicho raro” ni en su casa ni con sus amigos. La cosa cambió al llegar a la adolescencia donde se topó con un par de personas tan descontentas con ellas mismas y tan limitadas a nivel emocional, que de lo único que eran capaces, era de atacarle por ser diferente. Al principio Carlos le dio más importancia de la que le hubiera gustado, pero con el tiempo aprendió a, sencillamente, alejarse de esas personas (porque a día de hoy todavía “haberlas haylas”) y a rodearse de otras de miradas limpias que le hacen sentirse “como en casa”.
También nos contó que sigue encontrándose con barreras arquitectónicas y que no logra comprender por qué tiene que costar más caro un coche por el simple hecho de estar adaptado a sus limitaciones.
Limitaciones… ¡qué importante saber reconocerlas y aceptarlas! Porque el típico-tópico de “puedes ser lo que quieras” hay que cogerlo con pinzas. Seamos realistas: midiendo 1,50 cm está claro que, por mucho que te lo propongas, no vas a jugar en la NBA. Fin. Peeero seguro que puedes canalizar tu pasión por el baloncesto de forma “diferente”. Y esto me lleva a hablar de las múltiples inteligencias en las que no todos destacamos por igual. Nuestro gran reto es mejorar lo que se nos da peor y mantener y potenciar aquello que mejor se nos da.
En CEN con C si algo se nos da bien es contar, por eso aprovechamos para contaros que ¡¡este curso ya estamos a pleno rendimiento!! Contamos con 10 coles, un centro deportivo y varios libros de autores que prometen sorprendernos un año más.
Por nuestra parte tenemos claro nuestro objetivo y, como les decía Carlos a los chicos antes de irse:
“El que quiere algo busca los medios y el que no, encuentra excusas”
Nosotros queremos contar, contar cuentos, contar historias personales, contar sonrisas, abrazos y corazones contentos y, lo más importante:
¡CONTAR CONTIGO!