LLEGADA A META CON UNA SONRISA

Un año más esta mañana me he sumado a la marea rosa de la Carrera de la Mujer en Madrid por las personas que, aunque ya no están, siguen estando en nuestros corazones y por todas aquellas que (sin importar sexo o edad) siguen luchando contra una enfermedad cualquiera que sea su nombre.

He corrido, además, porque (definitivamente) estoy enganchada al running.

Comencé en el 2009 por eso de “hacer algo de deporte” que me permitiera seguir el ritmo de crecimiento de los tres proyectos más maravillosos que me ha dado la vida: mis tres hijos. Me parecía algo relativamente sencillo, podía salir a la hora que mejor me viniera, solo tenía que calzarme una deportivas y salir a la calle a correr. Además, solo dependía de mí y de mi fuerza de voluntad que, para lo que me conocen bien y conocen mis defectos saben que la falta de autodisciplina y automotivación no son precisamente algunos de ellos. Todo lo contrario. Mi reto diario es tratar de encontrar el equilibrio entre la autoexigencia y la flexibilidad mental.

Quién me iba a decir que lo que comenzó como una sencilla vía de escape de la rutina tan necesaria en la crianza de tres niños pequeños, poco a poco se iba a ir convirtiendo en “mi momento”. Tres días por semana me obligaba a dedicarme ese tiempo “solo para mí”. Así durante 15 años y lo que el cuerpo aguante porque es tanto lo que me da, que se ha convertido en una necesidad vital para mí.

Recuerdo el momento pandemia en el que, como una yonki a la que le hubieran dicho que le van a quitar su droga, lo primero que hice fue agenciarme una cinta para correr sabiendo que, de no hacerlo, el “estado de alarma” se iba a declarar en mi casa sí o sí.

No sé si las responsables de mi adicción son la dopamina y serotonina que libera mi cuerpo al terminar de correr, lo único que sé es que correr ordena y libera mi mente logrando conectar con mi espíritu y con esa voz interior que tan necesaria resulta ser escuchada. Correr es disciplina, es no encontrar excusas el día que no te apetece, es esforzarte, es centrarte en el trayecto pensando únicamente en el siguiente paso que vas a dar, es hablarte bonito cuando el cansancio aparece, es cambiar pensamientos negativos que aminoran tu ritmo por otros que te dan alas, es sentirte satisfecha al cumplir tu objetivo con lluvia, frío, calor o incluso, a veces, dolor.

Y lo más maravilloso de todo esto es que este “modo de entrenar” lo aplico a mi vida personal y profesional.

Así, HOY, además de llegar un año más a la meta de la Carrera de la Mujer, la he cruzado también con CEN con C presentando, el pasado viernes en el Colegio Ágora Internacional, los dos últimos libros solidarios de este curso escolar. Dos libros escritos por los alumnos de 5º de primaria y bachillerato en favor de Saniclown que llevan por título Malditas etiquetas y Entre tazas y tensiones y que contienen dos obras teatrales escritas, ilustradas e interpretadas por sus propio autores.

Además de hacerles entrega del “premio a la colaboración” que contribuye a llevar SONRISAS de la mano de las Payasas de Hospital de Saniclown a las habitaciones de niños enfermos, pude disfrutar de unas cuantas escenas protagonizadas por personajes de la talla de Einstein, Chanel, Edison o Michael Jordan en las que nos quedó muy claro que las etiquetas no son ni serán nunca un impedimento para lograr lo que queremos.

Por eso, porque a CEN con C tampoco le gustan las etiquetas y sigue rompiendo moldes con nuevos proyectos y nuevas iniciativas, a primeros de junio volveremos a poner la guinda a nuestro pastel elaborado con esfuerzo, dedicación, ilusión, cariño y TRABAJO EN EQUIPO; ingredientes esenciales para que el resultado quede “requeterico” y pueda seguir alimentando nuestros corazones y el de los que nos rodean.

Os seguiremos contando porque ya sabéis que, en CEN con C, lo nuestro es contar.

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