VOLVER A…

“Lamento mucho comunicarle que no va a VOLVER A…”

Frases como ésta pueden ser demoledoras en un momento dado de nuestra vida PERO (bendito adverbio adversativo que nos invita a contrastar las adversidades de la vida) ¿cuántas veces las “predicciones” de profesionales de la sanidad no se han llegado a cumplir…?

Hace seis años publiqué en este mismo blog La historia de una mirada.

Es la historia de Lucía, una adolescente que sufrió una fatídica caída de caballo que le puso nuevamente el contador de su vida a cero. Por muy optimistas que todos quisiéramos ser, la realidad nos decía, sin gritos pero también sin miramientos, que los daños cerebrales eran de grado tres. Todo apuntaba a que ya no iba a VOLVER A… una infinidad de cosas. PERO (¡un hurra de nuevo por este adverbio!) poco a poco, como si de pequeñas gotas de una cascada se tratasen, fueron sucediéndose, uno a uno, diminutos avances (o pequeños milagros): Lucía VOLVIÓ A decir palabras sueltas, a abrir los ojos, a fijar la mirada, a reconocer a sus familiares y amigos, a sentarse con ayuda, a caminar con ayuda, a ir al baño, a relamerse los labios “pintados” con Nocilla, a enfadarse, a llorar, a reír…

Una historia similar es la de Virginia, una joven fisioterapeuta que con 28 años sufrió una hemorragia cerebral que le dejó en coma durante más de 6 meses. Su pareja y su familia se volcaron en darle la mejor rehabilitación privada que existía comprobando cómo ese VOLVER A… se encargaba de ir rompiendo muchas estadísticas y “predicciones médicas”.

Una vez que Vir estuvo estable, y después del periplo que sufrió la familia ante la falta de información y recursos sobre el DCA (Daño Cerebral Adquirido), decidieron crear una Fundación para ayudar a personas que habían sufrido un DCA sin tener la suerte, como Vir, de disponer de recursos para poder costearse un centro privado al no poder acceder a las escasas plazas en el Centro Público Estatal.

Esta Fundación lleva por nombre Fundación Pita López (apellidos de la pareja de Vir) y ha sido la causa solidaria elegida por Virginia y Luisa, profesoras de lengua de tres grupos de 1º de la ESO del IES Jaime Ferrán, para colaborar con sus cuentos solidarios. El motivo ha sido la proximidad de los centros pues ambos comparten calle y al alumnado se les hacía una causa más cercana.

Así pues, aunque la visita de sensibilización la tuvimos ayer casi a última hora de la mañana, los alumnos estuvieron receptivos y participativos compartiendo comentarios y preguntas como la CAUSAlidad de que la abuela de una de las alumnas escritoras era beneficiaria de algunas de las actividades que se llevan a cabo desde la Fundación PL.

Desde CEN con C os animamos a escuchar los diagnósticos de los profesionales con un PERO siempre en la manga porque sí, el camino de la recuperación es largo y difícil PERO nadie dijo que vivir fuera fácil y mucho menos IMPOSIBLE.

El mayor logro de personas como Lucía y Virginia (y la mejor lección que hemos aprendido  o recordado gracias a ella) es saber que uno puede convertir en su mejor maestra la peor experiencia de su vida. Ellas han sabido incluirlas en sus vidas aceptándolas con grandes dosis de superación personal, arrojo, coraje y valentía.

Como decía Gandhi, un esfuerzo total es una victoria completa y eso es precisamente lo que esperamos de estos chicos y chicas de 1º de la ESO con sus cuentos y relatos solidarios.

Halla el m.c.m (APAIPA, Lucía, resto del mundo)

Me encanta combinar las ciencias y las letras, por eso, en esta primera entrada de este curso escolar voy a hablaros de INCLUSIÓN de la mano del m.c.m (mínimo común múltiplo)

Imaginemos por un momento que en lugar de personas somos números y que tenemos que encontrar el m.c.m de toda la población. En primer lugar todos tendríamos que descomponernos/auto-conocernos en factores primos, esos números especiales que nos hacen “especialitos” de cara a los demás. Después cogeríamos los factores primos comunes y NO comunes de todos (es decir, INCLUIRÍAMOS todos los factores aunque uno de ellos solo estuviera presente en uno de nosotros) y…para terminar, lo mejor: ¡¡los cogeríamos elevados al máximo exponente!! Es decir, a lo máximo que cada uno es capaz de dar.

¡Simplemente maravilloso!

Esta reflexión me lleva a la entrada que CAUSAlmente hace seis años escribía sobre la importancia de la palabra INCLUSIÓN que no integración.

Esta diferencia (que no siempre queda clara) me la explicó en su día  Charo, presidenta y fundadora de APAIPA, pues esta asociación había sido elegida como causa solidaria por las profes de las clases de tercero de infantil del CEIP Pinar de San José.

APAIPA nació en el año 2004 de la necesidad de Charo de INCLUIR (que no integrar) dentro y fuera de los centros educativos a chavales que, como su hijo Julio, tenían una discapacidad motórica. Precisamente este jueves Charo me contaba la última “señal” que Julio, al que siempre lleva en su corazón, le hizo llegar para recordarle que continúe con la labor que comenzó pensando en él y en otros como él.

La siguiente “señal”, casualidad o CAUSAlidad es que esos mismos peques de hace 6 años, son los que este curso van a escribir cuentos estando ya en 6º de primaria. Ellos y sus compañeros de 5º, que también escribieron cuentos en infantil CAUSAlmente de nuevo para colaborar con APAIPA.

Fue una grata sorpresa comprobar cómo algunos de ellos recordaban todavía al pirata Garrapata y a los “animalitos diferentes” en forma de marionetas que los voluntarios de APAIPA crearon expresamente para contarles que la solución a sus problemas era NORMALIZAR LA DIFERENCIA con el resto de animales, o lo que es lo mismo: INCLUIR los factores comunes y no comunes 😉

Pues bien, CAUSAlmente, de la necesidad de INCLUSIÓN nos habló también al día siguiente Roberto, padre de Lucía.

Roberto nos contó que Lucía es una niña de 8 años con muchos amigos porque es muy alegre y divertida. Uno de ellos, Luis, estudia 6º de primaria en la Escuela Libre Micael. Cuando su tutora Águeda les dijo que buscaran una causa solidaria para colaborar con el libro de cuentos que iban a escribir entre todos, Luis no dudó en proponer ayudar a su amiga Lucía que sufre una enfermedad rara llamada Charcot-Marie-Tooth (CMT) y que afecta a su capacidad motórica. Para ello donarán el dinero recaudado a EL MOTOR DE TUS PASOS, una asociación que recauda fondos para la investigación de esta enfermedad, que a día de hoy no tiene cura, y para dar mayor visibilidad a la discapacidad.

Roberto, como Charo, sabe que tener un/a hijo/a con discapacidad no es una desgracia, sino toda una experiencia de vida que te hace crecer día a día al ser testigo del afán de superación de sus hijos/as para ir consiguiendo sus propias metas. ¿Siempre las consiguen? Pues no siempre la verdad, nada que no le ocurra al resto de la humanidad, y como a todos nos pasa cuando el resultado no es el que esperábamos, ellos también se frustran y se enfadan.

Al hilo de este enfado, Roberto nos contó el día en que a Lucía le dieron de lado en el recreo porque no podía saltar a la comba y además perdía el equilibrio al tratar de dar. Lucía, que quería seguir sintiéndose INCLUIDA en el juego, decidió apoyarse en una columna para poder dar mientras contaba quién saltaba más veces convirtiéndose en ¡¡la primera-chica-juez de la comba!!

Por eso me gusta creer que la vida, a través de CEN con C, está invitando a Lucía, a quien le encanta cantar y bailar, a unirse (por qué no) al taller de danza inclusiva de APAIPA donde todos los integrantes, con y sin discapacidad (factores comunes y no comunes), bailan como pueden.

Como dice el lema de CEN con C: MERECE LA PENA INTENTARLO, además, seguro que todo se vuelve un poquito más fácil (INCLUIDA la redacción de los cuentos solidarios) con el talismán que nos regalaron al término de la visita Luis y María, su madre, hecho a mano por ellos.

Antes de cerrar esta primera entrada os dejo el videoclip que APAIPA ha creado para su 20 aniversario este año:

Porque…algún día dejaremos de hablar de “educación para”…y entonces, hablaremos simplemente de EDUCACIÓN.

¡Viva el m.c.m!