En esta vida hay que saber confiar…especialmente cuando tienes un plan al aire de libre y el tiempo parece empeñarse en “aguarte la fiesta”…
“Mamá… ¿¿¿pero en qué minuto exactamente dice el móvil que va a salir el sol??? ¿¿¿Tú estás segura de que no va a llover mañana???”
Es tradición familiar celebrar el cumple del benjamín de la casa en la Fuente de los Negros en Peguerinos (Ávila). Este año parecía que el tiempo no estaba por la labor de ponérnoslo fácil…Solemos subir el “día de en medio” por eso de evitar caravana (que en Madrid somos muchos) pero “los del tiempo” daban lluvia para el domingo y esta vez acertaron…de modo que lo pospusimos al primer día de mayo. Realmente parecía imposible que fuera a amanecer un día soleado…
Confiamos, confiamos y…¡salió el sol!
El plan prometía…Lo primero, repartirnos entre mi marido y yo a una pandilla de 12 preadolescentes/adolescentes en los coches, cargar viandas para parar un tren..
Marcos, dile a tu madre que lleve la-carne-esa-mazo-buena de la última vez.
…y lanzarnos a la carretera dispuestos a disfrutar de un fabuloso día de al aire libre, con aire fresco y en contacto directo con la madre Naturaleza.
Lo primero que hicimos, como ya es tradición también, fue escalar las rocas que veis en esta foto. Todos los años vamos pensando que la roca que “se mantiene en vilo en lo alto” igual ya no está…pero allí sigue, desafiando las leyes de la Naturaleza.
Después de dar buena cuenta de la carne-mazo-buena y demás alimentos y descansar un poquito, como si de un rebaño de cabras se tratara (porque mira que lo son un rato…), llegamos hasta la Cruz del monte Abantos. Es una horita larga de caminata con unas cuestas estupendas para rebajar la comida ingerida dejándola a la altura de los tobillos…pero la vista desde allí merece la pena…esa sensación de libertad, de cielo abierto, de no alcanzarte la vista para contemplar todo lo que se extiende a tus pies…no tiene precio.
Tampoco lo tiene el partido de béisbol que nos pusimos a jugar en la pradera, después de reponer fuerzas con una merendola, de vuelta a la Fuente de los Negros …
Eran las nueve de la noche y allí seguíamos entrando en calor con los piques entre equipos (que si no ha valido, que si habéis hecho trampas…de poco nos sirvió tener a una voluntaria de árbitro) y las carreras de base en base. Pasada la media noche, tras dejar a cada polluelo en su mochuelo, entrábamos en casa tras un día intenso de los que quedan en el recuerdo por las anécdotas, las vivencias y el entorno.
¡Y ES QUE SOLO TENEMOS UN MUNDO DONDE HABITAR! De momento…Y hay que cuidarlo, debemos cuidarlo, ENTRE TODOS.
Los alumnos de 5º de primaria del CEIP Infanta Elena lo saben. Su colegio tiene la bandera verde desde hace tiempo y mañana mismo van a un encuentro de eco-escuelas para proponer sus ideas y aprender de las ideas de otros.
Por eso, por lo muy concienciados que están, este año su libro en favor de la Fundación Menudos Corazones lleva por título ECOCUENTOS.
Disfrutar de la Naturaleza es algo que a todos nos gusta por eso DEBEMOS poner cada uno nuestro granito de arena. En agosto de 1999, la ladera del monte Abantos donde estuvimos, sufrió un devastador incendio forestal y lo que es peor…provocado intencionadamente. Se calcinaron 450 hectáreas de bosque de pino, en total 170.000 árboles, además de destrozarse los hábitats de muchos animales, entre ellos muchas aves. Hoy en día afortunadamente los pinos plantados en la repoblación siguen creciendo pero debemos continuar cuidando NUESTRO mundo porque, de momento, es el único que tenemos donde VIVIR.
Muchas gracias a los alumnos del CEIP Infanta Elena por vuestros cuentos que, además de apoyar a niños con enfermedades cardiovasculares, nos recuerdan que nuestro mundo también tiene un corazón al que debemos cuidar.