-Hola Susana, ¿llegó a tiempo para un café?
-¡Claro que sí! Yo me subo a preparar unas cosas pero pasa y sírvete lo que quieras.
Y es que, a veces, tengo suerte y llego a los colegios a la hora del recreo coincidiendo con el desayuno de los profesores…Que por cierto ¡qué bien les cuidan las cocineras del comedor!
Hoy ha sido uno de esos días y he podido compartir un ratito de charla distendida con algunos profesores del CEIP Pablo Sarasate en Móstoles. El tema que se servía junto con unas rosquillas caseras, infusiones, fruta, pan, embutido y café era el partido de anoche de la semifinal de la Champion entre los dos equipos madridistas… Estaba presente desde un profe que “estuvo allí” al que algunos alumnos ¡vieron por la “tele”! hasta el que se fue al cine aprovechando una de esas maravillosas ofertas que consiguen que ir al cine no parezca una película “de miedo” (especialmente cuando se va en familia con bebida y palomitas…y no digamos ya si a la salida se pretende “tomar algo”). La conversación, o debate, ha terminado por desembocar en una realidad que, como madre de tres chicos deportistas, la vivo a diario muy a pesar de mis pesares: la poca formación pedagógica y psicológica de los entrenadores de “fútbol, baloncesto, vóley, tenis, pádel…o lo que caiga” (salvo raras excepciones).
Un entrenador tiene un poder de influencia sobre nuestros hijos inimaginable, desde darle la importancia que se merecen a los estudios hasta motivarles para que pasen de la comida basura y valoren “la-odiosa-verdura-que-pone-mamá-para cenar” o no salgan un viernes por la noche (o apaguen la Play a una hora decente) para estar descansados el día del partido. Es posible que nosotros no consigamos que recojan la mesa pero ellos logran que adolescentes, a los que se les pegan las sábanas los fines de semana, madruguen un sábado para no perderse su partido.
La parte menos amable de esta realidad es que, muchas veces, a estos jóvenes entrenadores les faltan herramientas básicas de comunicación y de motivación y el “grito” o la “broma fácil hiriente en muchos casos” acaban por imponerse junto con las malas formas. Ganar o perder el partido del sábado no es lo importante. Lo importante es dejar huella en esos chicos y que sus entrenadores sean recordados como un “referente” en sus vidas con el paso de los años. No se están jugando la vida (que en algunas competiciones escolares así lo parece), solo están jugando a la par que aprendiendo. Y a tales efectos creo que nosotros como padres y madres tenemos la obligación de que la palabra entrenador vaya de la mano del vocablo formador.
Con este pensamiento me he dirigido a la biblioteca del centro donde han ido llegando los alumnos de las dos clases de 5 años. Sus preguntas inocentes han hecho que me sumergiera de lleno en el verdadero motivo por el que hoy estaba allí: presentábamos su libro titulado LAS AVENTURAS DE LA PRINCESA.
-Alá, ¡cuántos libros! ¿Cuántos hay? -¿33.000 mil?
-No, yo creo que 848.000 mil
-No, 854.000 mil…
Y así, uno a uno iba diciendo en voz alta la cifra que estimaba…podíamos estar todavía allí divagando sobre el tema porque es increíble la facilidad con que desarrollan un tema siendo tan pequeños.
Pero lo hemos conseguido. Uno a uno ha ido recibiendo y poniendo boca abajo su libro de regalo en espera de que todos sus compañeros tuvieran el suyo para poder verlos todos juntos al mismo tiempo.
A pesar de haber estado en muchas presentaciones de alumnos de 5 años donde es imposible que no se te enternezca el corazón, hoy me he traído puesta en la retina una imagen que guardaré para los momentos en los que me sienta bajita de energía…la imagen de una preciosa niña dándole besitos a su libro para luego abrazarlo y acabar por acunarlo como si de su muñeca favorita se tratara…
Me quedo también con los dos abrazos de Marta y Susana susurrándome las dos al oído un GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS, MUCHAS GRACIAS.
Hoy mismo se lo comentaba a mi madre:
Si es verdad eso que dicen que los abrazos alargan la vida…¡que sepas que tienes hija para rato!
Las palabras de agradecimiento son sanadoras y reconfortan el alma, pero cuando te las dicen dos profes que estuvieron indecisas en su día entre hacer el proyecto o no, con sus dudas sobre si iba a merecer la pena el tiempo y el esfuerzo invertido…entonces esas palabras valen su peso en oro y son para mí la mejor de las recompensas…
Sus palabras y fotos de familia como ésta que aquí os dejamos no sin antes enviarle a Eduardo, de la Fundación Unoentrecienmil con la que colabora este libro solidario, un abrazo muy fuerte para él otro enooooorme de parte de todos los niños y niñas para su hijo Mateo.
Desconozco si Marta y Susana ejercen como entrenadoras en su vida, pero si algo han conseguido estas dos profes es dejar huella en sus alumnos y ser un “referente” en sus vidas con el paso del tiempo…que no es poco 🙂
Mañana nos quedamos en casita, en uno de los coles veteranos: el CEIP Pinar Prados de Torrejón que colabora con la Fundación Niños de Guarataro.