“Mamá, ¿Marcos se está jugando su futuro?”
Me preguntaba ayer Iván, mi “peque” de 13 años, al recogerle de su entrenamiento de baloncesto sabiendo que su hermano mayor se está examinando estos días de la EBAU (Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad o lo que es lo mismo, nuestra Selectividad de toda la vida) .
No pude evitar sonreír, desde “muy pequeño” siempre ha tenido unas preguntas de “muy mayor” o, al menos, de las que te hacen pararte a pensar en tu frenética carrera del día a día…y eso, lo de pararte a pensar, no es poco con la vida que llevamos…
Son tantas y tantas las veces que pensamos que “de nuestras decisiones, de nuestros actos, de nuestras palabras” depende toooodo nuestro futuro; que vivimos tragedias innecesarias en nuestra mente sufriendo gratuitamente.
Nada, nunca, es tan grave como parece: suspender un examen (aunque sea la EBAU), perder tu trabajo, separarte de tu pareja, que te diagnostiquen una enfermedad, que un familiar enferme…incluso la muerte de un ser querido…
Mi experiencia me dice que NADA ni NADIE puede determinar TU futuro. Que todo, como dijo Einstein, es relativo en este mundo. Que lo que nosotros llamamos “realidad” es tan solo la interpretación que nuestra mente consciente le ha dado a unos hechos concretos y PODEMOS cambiar de “realidad” tantas veces como queramos…
La pregunta de mi “peque” me traslada en el trayecto del proyecto de CEN con C, a ese momento de inicio de curso cuando los datos de los que dispongo son: el número de colegios que van a participar, el número de niños y profesores que van a escribir cuentos, el número de causas solidarias que voy a involucrar y el número de libros que voy a regalar PERO desconozco cómo va a ser la respuesta de las familias. Llegados a este punto siempre me asalta la duda de:
“¿Me estaré jugando la viabilidad económica del proyecto…?”
Pero como siempre digo, este proyecto tiene una doble contabilidad: la económica y la emocional.
En cuanto a la económica estamos dentro de la “semana mágica de las donaciones” donde, a lo que las empresas con ánimo de lucro llaman beneficios, nosotros llamamos donaciones. Este año han sido 4.484 euros materializados en 11 transferencias a 11 causas solidarias.
Y si nos centramos en la contabilidad emocional, el balance final arroja un saldo muy positivo a favor de todos los que hemos participado y de los que no (por eso de que “estamos todos conectados”). Un saldo lleno de sonrisas, llantos de emoción, abrazos, muuuchos abrazos, autoestimas reforzadas, sentimientos de unidad y solidaridad, fomento de la lectura y de la escritura y alas a la imaginación con mucha, mucha ilusión…
Con esta entrada me despido hasta el próximo curso no sin antes desearos un feliz verano que llegará, a pesar de que algunos tengan sus dudas sobre ello….Porque como decía mi querida abuela “no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista” o lo que es lo mismo, nada es eterno, la vida es un continuo proceso de cambio donde toooodo fluye…
¡FELIZ VERANO!